Luces rojas...
Terminamos y te observé
en silencio. Uno, dos... dos segundos. Nuestros brazos y piernas comenzaron a desenredarse de
ti y de mí, de mí y de la cama. No hubo tiempo para estremecerse,
no diste tiempo para hablar; apenas pude encender un último
cigarrillo. “Amor, ha sido genial”. Amor al fin y al cabo.
Comentarios