Cruzando espejos...

Se le antojó Venus. Decía que algún día llegaría a conquistarla aunque le costara siete vidas y una más, que lo primero que haría sería buscar un contador de estrellas que soñara el difícil camino y lo dibujara en la cara oculta de la luna; sólo estaba a un paso, una vez más. Lástima que los barrotes metálicos de su celda le impidieran desplegar las alas y salir volando.

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